Noticias Urbanas - 4/4/09
PROFESORES SINDICALIZADOS PARA TURISTAS
Moros en la costa
Si los hechos del 19 y 20 de diciembre de 2001 desataron la atención desmedida de algunas almas cosmopolitas que pretendían conocer de cerca en qué tipo de experimento se convertía la Argentina, lo cierto es que cuando esa cortina de humo se corrió y nos reveló la realidad cambiaria del 3 a 1 (mucho más realista), a ese turismo social se sumó un masivo turismo silvestre, con racimos de jubilados de latitudes ricas (y jubilados ricos de latitudes pobres) que comenzaron a recorrer nuestra ciudad y nuestro país. Buenos Aires no es la misma desde el fin de la convertibilidad, y el turismo algo habrá hecho para que eso sea así.
Si los hechos del 19 y 20 de diciembre de 2001 desataron la atención desmedida de algunas almas cosmopolitas que pretendían conocer de cerca en qué tipo de experimento se convertía la Argentina, lo cierto es que cuando esa cortina de humo se corrió y nos reveló la realidad cambiaria del 3 a 1 (mucho más realista), a ese turismo social se sumó un masivo turismo silvestre, con racimos de jubilados de latitudes ricas (y jubilados ricos de latitudes pobres) que comenzaron a recorrer nuestra ciudad y nuestro país. Buenos Aires no es la misma desde el fin de la convertibilidad, y el turismo algo habrá hecho para que eso sea así.
Por Martín Rodríguez
Y en el medio de la diversidad económica autóctona desatada alrededor del turismo hallamos una actividad hasta ahora desconocida: la de los institutos de enseñanza del español para turistas.
¿Cuánto se paga? ¿Quién consume?
Estos institutos proliferaron y se instalaron mediados por las agencias de turismo en muchos casos, y son receptivos no sólo de agentes empresariales protosojeros, o gerentes de transnacionales, sino de un turismo sofisticado que incluye en su aventura expedicionaria la aventura de la lengua. Hay dos cámaras que nuclean a muchos de estos institutos. Las dos cámaras son la SEA (Asociación de Centros de Idiomas) y la AACE (Asociación Argentina de Centros de Español). La primera nuclea a los institutos más grandes, y no exclusivamente de español para extranjeros. La segunda es la de los institutos más chicos. Para el caso de la primera, si uno ingresa a esta página: www.spanishinargentina.org.ar/centros.htm puede encontrar y elegir uno de los 50 centros que se promocionan en todo el país.
Claro que la mercancía del idioma requiere de una fuerza de trabajo: un “proletariado” joven e ilustrado que incursiona en la actividad demandada (probablemente, para muchos, se trate de la primera experiencia laboral). Esta prole, surgida de la carrera de Filosofía y Letras de la UBA en su mayoría, realiza su trabajo en negro, en pésimas condiciones laborales, en institutos que no les reconocen ningún derecho. Pero esa juventud empezó a organizarse en torno a una herramienta gremial que los ayude a reconocer su actividad bajo el amparo al que tienen derecho como trabajadores.
¿En qué convenio laboral están?
Metele es el nombre del colectivo gremial que estos docentes en negro formaron. Basan sus reivindicaciones en el contenido de un petitorio que han hecho circular y que han pegado en la puerta de muchos de estos institutos: Si ganás $20 por hora, trabajás 4 horas diarias y sos monotributista, a tu sueldo descontale: -$800 de vacaciones, -$1600 de aguinaldo que no te pagan, -$1320 de monotributo que no te pagan, TOTAL= $3720 por año, $310 por mes. O sea: tu sueldo de "$1600", en realidad es de $1290. Frente a esta realidad exigen el blanqueo de todos los docentes de español para extranjeros (vacaciones, licencias, obra social, jubilación, aguinaldo, ART), planta estable, salario mínimo igual a 1/2 canasta familiar: $2000 por 4 horas diarias, reconocimiento de antigüedad, y capacitación remunerada a cargo de la institución.
Bajo el sugestivo título de Historia y conciencia de los profesores de español para extranjeros, este grupo elaboró un informe en el que describen el itinerario informal y la intemperie laboral que refleja su actividad: "… de la mano del boom turístico, Buenos Aires se ha llenado de institutos de español para extranjeros. La impronta de estos emprendimientos es tal que se puede calibrar mediante una sucinta comparación: si el joven hombre de letras típico, antaño, se dedicaba al periodismo (y configuraba a partir de eso una tópica: pensemos sólo en Arlt y en Walsh), hoy confía las horas de su día a la enseñanza del objeto directo a un estudiante sueco (…) Hoy las clases de español son una mercancía con valor para el turista, al lado de las tiras de asado, las entradas VIP a la cancha de Boca y las excursiones por discotecas encopetadas de Zona Norte".
Según el informe, en los cursos de español que dictan las universidades, "los profesores entran a trabajar en calidad de docentes universitarios y por esa razón gozan, cuando efectivamente entran al plantel, de los beneficios del derecho laboral. Pero en los institutos privados, que son la gran mayoría, el profesor está por regla en negro, bajo una trampa universalmente admitida: el monotributo. ¿Por qué una mentira? Porque legalmente, si se factura todos los meses a la misma empresa durante un año o más, se entiende que existe una relación de dependencia encubierta bajo la forma de una locación de servicios".
Ni hablar de la antigüedad, de los aportes jubilatorios, las vacaciones, el aguinaldo. De alguna manera, el ámbito en que se resuelven algunas de estas cuestiones se reserva a la articulación privada, en base a la confianza personal, que puede hacer cada docente con su "patrón". "De instituto a instituto las tarifas son totalmente variables. Un profesor puede migrar y ganar dos pesos más por hora, pero no hay nada que pueda tomarse como patrón de referencia para un reclamo. La hora de clase suele oscilar de los 14 a los 33 pesos, y una cuenta simple permite ver que a fin de mes, con un supuesto de 5 horas de clases por día (lo cual es decir bastante), en un caso se perciben $1400, y en el otro $3300, siempre por el mismo trabajo". Existe otra salida individual: "la forma más rápida de ascender dentro del rubro es hacerse jefe de sí mismo. Así, cualquier profesor, luego de seis meses de aprender el oficio, empieza a tener el sueño del instituto propio".
Según lo que arroja el documento, no hay datos oficiales en cuanto a la actividad. El ministerio de Trabajo, hasta el año 2005, tenía registrados 20 institutos. Y el Centro de Estadísticas del Gobierno de la Ciudad carece de datos sobre la actividad. Lo cierto es que este intento gremial surgió al calor de un conflicto desatado en uno de los institutos, el Íbero, y cuya trama puede recogerse en la lectura del blog del colectivo (www.lacarteleradelmetele.blogspot.com). La “caza de brujas” desatada sobre un conjunto de docentes avispados frente a los abusos e irresponsabilidades patronales, también puso sobre relieve la situación general.
La sensatez política los empujó a golpear la puerta del SADOP, el gremio de los docentes privados perteneciente a la CGT. Según relatan en su documento “el sindicato no puede intervenir a menos que las condiciones de trabajo se ajusten a la de los trabajadores que ya están enmarcados dentro del convenio que firmó el sindicato. Un caso real confirma este absurdo: de acuerdo al testimonio de un joven profesor de español que trabaja en un instituto de la Capital Federal: su jefe quiso ponerlo en blanco, pero no pudo hacerlo porque no existe convenio para el cual hacer el contrato (pues las condiciones de trabajo por caso, de un docente de una universidad privada y uno de un instituto no son las mismas, empezando por la cantidad variable de horas). La única vía, según SADOP, es ir a plantear el caso al Ministerio de Trabajo. Aquí se abren dos opciones: agotadas las instancias de negociación con la patronal, el profesor puede reclamar individualmente con un abogado en el Ministerio, conminando a la empresa a que lo blanquee (recordemos, este reclamo es de carácter individual)”. La sobria y negativa respuesta (“las condiciones de trabajo del profesor de español para extranjeros son las mismas que si el hubiera decidido poner una academia con amigos y dar clases”), los acercó al realismo militante de la CTA, más receptiva históricamente a captar los “nuevos empleos”. Por lo pronto, estos jóvenes todavía son pocos, para un universo que calculan en 500 trabajadores (sólo en Buenos Aires), y se limitan por ahora a partir de los blogs, mails y volantes a la famoso consigna izquierdista de "lea y difunda" de sus reivindicaciones, con el fin de que todo aquel que pretende ganarse la vida enseñando a turistas el idioma español sepa que hay compañeros que quieren que sea un trabajador y no un monotributista más, en el mercado negro de la lengua española.
1 comentario:
me alegro mucho porque alguien está empezando a dar bola.
salud, gente de METELE!!!
un abrazo
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